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Sebas Vélez y su corazón dividido entre la trompeta y la docencia

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A sus 20 años, Sebastián Vélez Vargas ha recorrido un largo camino en la música, una pasión que ha sido fundamental en su vida desde que entró a la Red de Música de Miraflores hace más de ocho años. Su historia no fue sencilla al principio, ya que tuvo que esperar casi dos años para conseguir un cupo en este programa social. Sin embargo, Sebastián ve esta espera como parte de su proceso personal y artístico, el cual ha sido “muy bonito y enriquecedor”, como él mismo lo describe. Si no hubiera sido por la falta de cupos al inicio, Sebastián habría pasado casi 10 años inmerso en el aprendizaje musical.


Su conexión con la trompeta fue inmediata. Desde el principio, se sintió atraído por el poder que este instrumento tiene para expresar emociones a través de la música. “La trompeta tiene una relación especial con géneros como la salsa y las chirimías, y me permitió conectar con las emociones de una forma única. La música te permite reflejar todo, desde las alegrías hasta las tristezas, e incluso la rabia. Todo lo que sientes se refleja en la manera en que tocas”, comenta Sebas.


A lo largo de su carrera musical, ha tenido la oportunidad de participar en varias agrupaciones dentro de la Red de Música, desde la prebanda hasta la orquesta sinfónica inicial. Esta experiencia le ha permitido perfeccionar su técnica y crecer como persona. “Gracias a la música he aprendido a manejar los nervios y a dominar mi lenguaje corporal. La música no solo se trata de tocar un instrumento, sino de apropiarse del escenario y saber transmitir emociones al público”, dice Sebastián. Para él, tocar la trompeta va más allá de las notas musicales; es un medio para comunicarse, para expresarse sin palabras y conectar con los demás.


A pesar de su profunda pasión por la música, Sebastián tiene un corazón dividido, ya que su verdadera vocación está en la enseñanza, particularmente en el área de lenguas. Actualmente, está estudiando la licenciatura en español e inglés, con el firme deseo de convertirse en docente. “Siempre he querido enseñar, y aunque no daría clases de música, disfruto mucho ayudar a los más pequeños con técnicas específicas. Eso me llena de satisfacción”, explica Sebastián, mostrando cómo su amor por la enseñanza se ha alimentado también de su experiencia musical.


De hecho, su interés por la educación no se limita al aula. Sebastián tiene sueños ambiciosos, y uno de ellos es convertirse en ministro de educación. “Me encantaría ser un gran docente, y quizá algún día llegar a ser ministro de educación. Quiero contribuir a que más jóvenes tengan la oportunidad de acceder a una educación de calidad, así como yo tuve la oportunidad de acceder a la Red de Música”, dice. Para Sebastián, la música ha sido un medio para crecer personalmente, y ahora desea que otros también puedan tener acceso a esas oportunidades.


Aunque su futuro profesional apunta a la enseñanza y no a la música, su experiencia en la Red de Música ha influido directamente en su enfoque hacia la educación. La disciplina, la dedicación y el trabajo en equipo que ha aprendido a través de la música son valores que aplica en su vida cotidiana y que piensa compartir con sus futuros estudiantes.


A través de la Red de Música, Sebastián ha encontrado un espacio para desarrollarse como músico, pero también ha podido explorar otras facetas de sí mismo, como su capacidad para liderar, enseñar y apoyar a los demás. Su futuro con la música lo ve como un viaje personal: “Si puedo llegar a tocar en Europa sería muy feliz, pero si no, no importa porque igual me encanta tocar”, concluye.

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